Dos son las teorías más extendidas y creíbles para explicarlo, y las dos nos llevan a la Edad Media inglesa. Una de ellas es que los caballeros y señores medievales, tomaron por costumbre cabalgar por el lado izquierdo de los caminos. La razón era, que salvo los zurdos, a la izquierda llevaban envainadas sus espadas ya fuesen a pié o a caballo, y de este modo, al cruzarse con un potencial enemigo podían desenvainar y defenderse rápidamente con la mano derecha sin dejar el flanco descubierto en ningún momento.
La otra razón que se esgrime fue que con la expansión del comercio y los viajes comenzó a existir un gran tráfico de carruajes por las calzadas medievales. Se eligió circular por la izquierda nuevamente por una razón muy práctica: además de carruajes y coches de caballos también había un gran número de personas que circulaban a pié, y el problema era que cuando los cocheros azuzaban con el látigo a sus caballos, se corría el riesgo de que la punta de éste, al tomar el impulso hacia atrás, alcanzase a la gente que caminaba por las márgenes.
Por esta razón se eligió circular por la izquierda; así los cocheros no debían preocuparse, pues el látigo se blandiría por el centro de la carretera, y en teoría no alcanzaría a nadie. Otra cuestión es que el cochero fuese zurdo.
En la Europa continental esta medida también se generalizó, pero una leyenda, quizás no muy creíble, nos cuenta que la llegada de Napoleón, que era zurdo, modificó esta costumbre, pues prefería mantener el brazo izquierdo entre él y sus oponentes, y por lo tanto obligó a sus súbditos a circular por la derecha.
Desde entonces, los países conquistados o influídos por Francia adoptarían esta costumbre, mientras que los pertenecientes al Imperio Británico circularon por la izquierda.
I.Y.P.
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