viernes, 12 de diciembre de 2008

Dulcinea del Toboso, ¿era serbia?

Ya sabeis, mejor con las orejas: escúchalo.


No es de extrañarse que Miguel de Cervantes tenga su plaza en cualquier rincón del planeta ni mucho menos en una ciudad de la costa mediterránea parecida a tantas ciudades españolas. Sin embargo, a algunos les podría parecer extraña la leyenda de como la Plaza de Cervantes de Ulcinj obtuvo su nombre.


Ulcinj es una ciudad situada en el extremo sur de la costa montenegrina, en la misma frontera con Albania. Debido a su excelente ubicación tiene una herencia histórica muy rica que alcanza sus máximos durante la Edad Media, cuando fue uno de los principales focos de la piratería y del tráfico de esclavos en el Mediterráneo. En Ulcinj se refugió y allí fue enterrado Sabbatai Zebi, un gran disidente de su época, que pretendió reformar el Talmud, autoproclamándose como un “nuevo Moisés”.


Dice la leyenda que después de la Batalla de Lepanto, el célebre escritor español, autor del Quijote, llegó como prisionero a Ulcinj y no a Argelia, como lo cuenta la “versión española”. La ciudad, bajo la influencia de la República Veneciana, se llamaba entonces La Citta di Dolcinio y había sido llamada antes Dulcigno, Ulcinium, Olcinium, dependiendo de la época, lo que, para las fuentes locales, indudablemente demuestra que la misma Dulcinea debe su nombre a la estancia del escritor en la ciudad.


Los más atrevidos van más allá y aseguran que la inspiración para narrar su gran amor, proviene de que el famoso escritor encontró romance con una bella dama de esta ciudad adriática.


Sus raptores, al encontrar en el barco cartas que recomendaban el ascenso del escritor, supusieron que tenían en su poder a un personaje muy importante, y exigieron tan alta recompensa que la familia de Cervantes tardó cinco años en reunirla.


Si es verdadera o no esta historia, no tiene tanta importancia, pero desde luego cabe la posibilidad de que Dulcinea del Toboso, no fuese del Toboso, sino de esta antigua localidad Serbia.

I.Y.P.

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