Al parecer el origen de los belenes se sitúa en plena edad media. Se cree que fue San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana, el iniciador de la representación del nacimiento entre los años 1200 y 1226. Concretamente, en la Navidad de 1223, estando en la ermita de Greccio, una fuerza divina lo impulsó a reproducir en vivo el misterio del nacimiento, para lo que pidió la autorización al Pontífice Honorio III.
El hecho lo narran San Buenaventura y Santo Tomás de Celano. El santo franciscano, ayudado por un soldado llamado Juan de Greccio, comenzó los preparativos 15 días antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde pusieron un paño blanco, igual que sobre un altar y llevaron una gran cantidad de heno. Luego trasladaron un asno, un buey y gran cantidad de otros animales. Nueve días antes del 25 de diciembre convocó a todo el pueblo para celebrar una misa en presencia de la representación del nacimiento.
El papa Honorio III concedió indulgencia a todos los que asistieron a la ceremonia y cuenta una leyenda que el heno que se usó para el pesebre sirvió para sanar a las personas y a los animales. A partir de aquí, su uso se extendería en todos los conventos de la orden franciscana que serían los encargados de exportarlos al resto del mundo. Sin embargo, el gran difusor sería el Papa Juan XXIII.
Otra versión dice que el primer nacimiento se construyó en Nápoles, Italia, a finales del siglo XV y que estuvo hecho de figuras de barro, donde lo vería el rey español Carlos III. Se cuenta que fue principalmente el propio monarca quien promovió la difusión de los Nacimientos a la Península Ibérica.
Por otro lado la llegada de los franciscanos a España durante el s. XIII, permitió también la difusión de los Nacimientos por toda la Península. En Alemania, a mediados del mismo siglo, se instaló por primera vez un Nacimiento en el monasterio de Füssen, considerado como el más parecido a los actuales en su diseño. En Portugal se elaboraban grandes Nacimientos con figuras de yeso y ojos de vidrio, desarrollándose una reconocida escuela sobre el tema. También destaca la labor de los artesanos españoles, que realizaron preciosos Nacimientos con pequeñas figuras, como las de Salzillo en Murcia y las de Amadeu en Barcelona.
Por lo que respecta al continente americano, es lógico entender que con la evangelización llegaran a estas tierras las recreaciones del acto de fe navideño en diversos materiales. Las religiosas franciscanas elaboraban bellísimos Nacimientos, especialmente con Niños Jesús de cera, hermosas piezas escultóricas que permanecían en exhibición durante un año. Los artesanos mexicanos asimilaron rápidamente las técnicas artísticas traídas de Europa, de manera que las maderas estofadas y policromadas fueron comunes en los Nacimientos mexicanos de la Colonia. Con el paso del tiempo, las figuras se hacían con ropa más elaborada, que procedía de conventos y casas particulares.
I.Y.P.
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